El piso a cuadros

sábado, 3 de octubre de 2009

EL PISO A CUADROS

Alvaro Castiello de la Hidalga



- “...quedan cerrados los trabajos” -

- ¿Se han ido? -
- Se han ido, podemos comenzar -

- ¡Yo soy el Rey! - dijo el negro, llamado Daniel
- ¡Os equivocaís! - dijo el blanco, llamado Peachy - ¡el Rey soy yo!

- No cederé a tus necedades de nuevo Peachey. Si hemos de luchar luchemos, pero a mí me han reconocido como rey. Rey Negro. La oscuridad, la ignorancia, soy su amo y señor Peachey -

- Debería sentirme orgulloso de ser un Rey Blanco Daniel. Gobierno la luz, la sabidu­ría, y sin embargo no presumo como tú. Se ha asociado al negro con tu reino, pero es algo mera­mente circunstancial. Si lo pensaís, el negro es el origen de todo. ¿Que había en el uni­verso antes de la explosión?. Oscuridad. Se necesita de ella para que la luz surja -

- Te concedo la razón querido Peachey, pero ¿habeís venido a hablar o a luchar?. ¡A mí mi ejército!. ¡Colocaos en Occidente! -

- Bravos luchadores blancos. Aprestad vuestras armas y mirad hacia Oriente. Mi reina a mi izquierda. A pesar de ser Rey Blanco me colocaré en cuadro negro -

- Yo pondré mi dama a mi derecha Peachey, pues tú y yo somos extremos de lo mis­mo. Co­menzaré esta batalla en cuadro blanco en tu honor y te cedo el toque de trompeta inicial -

Los soldados, caballeros y otros luchadores entraron al área de combate. Cada uno se posaba en un cuadro blanco o negro según lo deseara y tomaba el color, porque la elección es personal. No importa si nacemos blancos o negros, ni cuán difícil sea pasar al blanco o cuán fácil mantenerse en el negro. No son las habilidades las que muestran al hombre, sino sus decisiones.

Ambos deseaban ser reyes. Ambos lo eran.

- ¡Soldado!, ¡avanzad! - indicó Peachey a un miembro de infantería.

El soldado blanco avanzó y el negro hizo lo propio. La pelea. El negro triunfa. El blan­co muere.

- ¡Lo sabía! - dijo Daniel – el negro triunfará sobre el blanco - ¡Caballero, tomad ese cuadro! -

- Estaís tan obstinado que no ves que has obtenido una pequeña victoria Daniel. Así se comporta la oscuridad. Pequeños gustos que llevan a creer que el camino fácil es el dura­dero. Ballestero, atacad con la torre -

- ¡Mi dama!, ¡Mi dama!, la habeís colocado entre dos torres miserable. Ahora vereís todo el poder del lado negro. ¡Obispo!, ¡Al rey! -

- Tu dama había asesinado a uno de mis propios obispos y a un Caballero. Sin embar­go ha lo­grado escapar. Mejor estar entre columnas que entre torres ¿no es cierto?. Cierta­mente no hay que menospreciar el lado negro. Extremos de lo mismo y a pesar de ello se tocan como nosotros ahora mismo. ¡Caballero avanzad! -

- ¡Mirad!, ¡mirad a este Caballero derrotar al vuestro! -

- La coexistencia de estos cuadros negros y blancos nos ha limitado Daniel. Sólo que­reís ver el resultado inmediato de tus acciones. Mira como tú yo sólo podemos dar pasos cor­tos. Nuestras torres sólo se han de mover en línea recta. Limitada. Obstinada. Lo mismo le pasa a nuestros obispos, pero a ellos se les han torcido las piernas y sólo caminan en dia­gonal. Nuestros infantes tienen casi la misma movilidad de no­sotros que somos reyes. Ape­nas somos más que ellos. Nuestros caballeros pueden volar. La eterna lucha en­tre el blanco y el negro ha dado como resultado personas tullidas y cortas. Sólo las damas gozan de la li­bertad. Quizá porque ellas fueron trazadas con un compás y nosotros con una escuadra. Ob­serva los soldados que entran a esta arena cuando dormimos. ¿Te habeís fijado como ca­mi­nan torpemente?. Sin embargo su rostro denota que su torpe caminar es el comienzo de una nueva vida. Nuestros escaques que van del negro al blanco les enseña la Universalidad de la humanidad. ¡Obispo al Obispo! -

- Todo cuanto decís es un disparate Peachey. Negro y blanco no siempre están en pugna. Mira en los clavicordios como conviven para crear la música de nuestros bailes, de las ceremonias fúnebres, de los casamientos. No hay pelea. Sólo armonía. ¡Mi Obispo ha muerto!, ¡Soldado!, ¡avanzad! -

- Has hablado bien. En muchos países los hombres con esos colores de piel conviven sin señalarse entre ellos. ¡Dama mía!, ¡aprestad al soldado! -

- El negro prevalecerá Peachey. La pureza de la humanidad es negra. El primer hom­bre fue negro y de él surgen todos los demás colores. ¡Torre!, ¡Torre! -

- Si bien es cierto lo que decís, el hombre le teme al negro, a la oscuridad. Es algo propio de nuestra especie. Nuestros sesos requieren de luz para funcionar y en particular pa­ra la creación de una sustancia que nos mantiene alegres y joviales. Al viajar el sol hacia Oc­cidente y privarnos de su luz, naturalmente estamos propensos a la tristeza, y muchos re­pa­ran esa carencia con vino. Por eso los bretones son tan flemáticos, puesto que la mayoría del tiempo están privados del astro Rey. ¡Yo mismo avanzo! -

- ¡El Rey soy yo y nadie más! -
- ¡Yo soy Rey Daniel!, ¡Tú eres Rey!, ¡Cada hombre es Rey!, ¡Esta lucha es inútil!, ¡Sol­dado, tomad Oriente! -

- ¡Tu soldado ha llegado a Oriente!, ¡Sede de una de las tres luces!, ¡Su sabiduría y poder lo ha transformado en Caballero!, ¡Mi señora, atacad! -

- ¡Estaís perdido Daniel!, ¡Yo seré Rey!,¡me resguardaré junto a mi Torre!, ¡Obispo, tomad el cuadro! -

- Bien decís que nuestras fuerzas están casi equilibradas pero no me cogereís sin lucha. ¡Soldado, cubridme! -

¿Tan cobarde soís que os guardaís con un soldado?. ¡Noble luchador, os perdono la vida y os nombro Caballero en nuestro siguiente combate!, ¡Apartaos!, ¡Torre, colocaos en cuadro! -

- Todo a nuestro alrededor ha sido diezmado. Mis obispos, un Caballero y mi Dama han muerto. También el Ballestero de la Torre yace entre los cuerpos de mis soldados. Esta lucha sólo ha traído destrucción y dolor. Observad a nuestro alrededor como los cuadros ne­gros y blancos se han teñido de rojo. ¡Caballero, avanzad! -

- Ya vuelven. Apenas hemos concluido a tiempo. Jaque mate Daniel -

- “Sliencio hermanos, estamos en...”

1 comentarios:

Rafael Serrano dijo...

Muy bueno, Lord Castiello. Enhorabuena. Y ahora que soy mas "Chess Lover" que antes, pues me gustó todavía más :-)