Las tareas pendientes
Octavio Solís
Octavio Solís
Este año que termina nos deja enormes tareas pendientes en el terreno de lo político, sea para discernir la realidad o para asumir nuestro compromiso y transformarla. En México se inician grandes cambios que tienen que ver con el reacomodo de la oligarquía. La punta del iceberg es el ataque al SME el pasado 11 de octubre. Lo que nos recuerda el sexenio salinista cuando se fraguó una guerra contra ciertos personajes del sindicalismo nacional (la Quina de los petroleros, Jongitud Barrios del SNTE, Pérez Arreola del STUNAM) y otras veces, contra organizaciones sindicales enteras (la desintegración de la Ruta 100, la privatización de Telmex).
El empuje del nuevo sindicalismo independiente llegó a su paroxismo en los años ochenta con la conquista de las calles céntricas, pero también comenzó su inmediato reflujo con la implementación del proyecto neoliberal por parte de Miguel De la Madrid. Esto trajo consigo los famosos topes salariales como medida de contención de la inflación, así como el desconocimiento de huelgas que intentaban romper dicha imposición. Salinas de Gortari agudizó aún más esa política de golpeteo; no sólo con la amenaza de mano dura, sino que implementó un sello innovador a su estilo de política represiva, que bien podríamos denominar como intrismo, la cual consiste en permear como la humedad, a las organizaciones sindicales, para luego asestarles un duro golpe. No olvidemos que Romero Deschamps era el brazo derecho de la Quina, y que Elba Esther era una de las más cercanas colaboradoras de Jongitud Barrios.
Todo aquello no fue sino un reacomodo de la oligarquía mexicana, pues fue en el sexenio de Salinas cuando más se consolidó y avanzó el proyecto neoliberal. Está claro que varias organizaciones sindicales o ciertos dirigentes de ellas, le estorbaban. Aún hoy el sindicalismo nacional no se ha podido recuperar totalmente de aquel embate. La izquierda en general jamás ha podido reconstruir su unidad (que no homogeneidad), con la que inició el sexenio de Carlos Salinas, quien se encargó de desbaratarla y también aplicarle su política de intrismo.
Cuando observamos a un Presidente asestar tan duro golpe a un sindicato tan importante como es el SME, no podemos sino pensar en que algo grave está sucediendo en nuestro país. Calderón está midiendo fuerzas con la izquierda, con los sindicatos. Intenta ganarse su legitimidad con acciones represivas al estilo salinista, y de paso, pone a prueba su alianza política con el PRI. Y Por si fuera poco, desaparece al mismo tiempo un aliado importante de Andrés Manuel López Obrador.
Decimos que es la punta del iceberg porque estamos convencidos que si se deja pasar tan grave afrenta hacia los sectores progresistas, vendrán después otros ataques hacia los trabajadores como la reforma laboral.
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